Algunas veces, cuando era pequeña, solía pensar en que pasaría cuando muriera, donde estaría, con quien estaría. La verdad es que no tenia ni idea de lo que iba a pasar. Cada persona me decía algo diferente, y claro
, yo era una niña.
Hace unos días volví a repetirme por primera vez en muchos años esta pregunta
. Y obtuve mi respuesta.
Me imagino caminando, pero no estoy perdida, como me pasa muchas veces. No. Esta vez se a donde voy. Se a quien voy a buscar. Escucho nuestra canción. Y te veo. Te veo ahí, en nuestro sitio de siempre, esperándome. Y me ves. Ves que me acerco, y que te estoy buscando. Nuestras miradas se encuentran por primera vez en mucho tiempo, y todo vuelve a nacer. Me sonríes. Me muestras esa sonrisa que me vuelve tan loca, que me vuelve capaz de hacer cualquier locura solo por hacerte feliz. Y me miras, me miras con esos ojitos, tan brillantes, pero a la vez con miedo, miedo por sentir algo tan fuerte. Pero después de ese instante de miedo ves como mis ojos brillan al coincidir con los tuyos. Como si estuviera viva, y de repente todos mis miedos, al igual que los tuyos, se van. Me haces sentir especial, única, y me haces sentir que me quieres, como nunca antes habías querido a alguien. Cuando llego no puedo evitar acercarme a ti. Toco tu frente con la mía y espero a que tus brazos rodeen mi cintura, para yo comenzar a acariciarte. Me sonríes, te sonrío, y me abrazas con mas fuerza para evitar que me vuelva a escapar (si tu supieras que no hay lugar dónde yo quisiera estar en este momento). Y nos quedamos así durante horas, mirándonos, sin decir nada, tu con tus manos debajo de mi camiseta y yo acariciando tu cuello. Mis ojos y los tuyos se cierran, para dar paso a otros sentidos. Y de repente tus labios rozan con mucho cuidado los míos, como si fueran de cristal. Hasta que me besas. Y lo haces de esa manera que a mi tanto me gustaba, como aquel primer beso tan tierno. Y nos besamos durante horas, separándonos únicamente para decirnos como nos amamos, y lo idiotas que fuimos al no haber aprovechado el tiempo que tuvimos de vida.
Que dulce tiene que ser la muerte…